sábado, 25 de mayo de 2013

Retrato de sombras


Cautivo de ti mismo,
eternizado
en tu sonrisa triste,
como cactus solitario,
me miras con temor,
lleno de sombra,
y tu mirada recorre,
fría,
mi contorno.

Desde la lejanía,
desde la inmensa lejanía que nos desune,
desde esa soledad de sueño
en que te aquietas,
prisionero del tiempo y del asombro,
desvelas mi inquietud de caminante
con tu tristeza eterna,
silenciosa.

La Muerte
ya no puede hacerte daño
ni estropear el tiempo tu figura,
pero estás mudo,
mendigo de palabras que no vuelan.

¿Qué más muerte que la del silencio?

Por eso, tu tristeza,
tu nostalgia,
el dolor
de tu sonrisa ida.

Yo,
en cambio,
yo,
que vivo muriendo a perpetuidad
y cuyos débiles huesos se amortajan a cada instante,
puedo hablarte...

Tengo la palabra como alas que se extienden,
pero condenada a no ser oída,
a no ser sentida y degustada por ti,
dador de mis palabras.

En tu eternidad de sombras,
estás.
 En mi presente de palabras,
soy.

Algún día,
como aves que atraviesan el desierto,
fundiremos nuestra soledad de sombras
y será solo nuestro
el silencio
de la tumba.

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