La poesía costarricense ha sido invadida, de un tiempo acá, por una salvaje horda de noveleros y advenedizos que creen que ella se alcanza con solo poner unos cuantos renglones inconclusos, con ahogar la puntuación y con figuras que, a su entender, son más poéticas, cuanto más herméticas se construyen.
No sé cómo no ha muerto con ellos este hermoso género, ya de por sí convertido en maloliente propaganda social en estos días.
Cuánta faltan hacen los clásicos, a quienes Cervantes llamaba "los mastinazos antiguos" y cómo echo de menos aquellos versos, "como lingotes de oro", en palabras de Joaquín Gutiérrez, que salían airosos de la pluma de Garcilaso, Góngora, Fray Luis de León, Santa Teresa.
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